La vocación de poder de los partidos políticos progresistas

Por María Alejandra Benítez Hurtado *

Un partido político es una organización que busca el poder político para implementar su programa y visión de país. La vocación de poder es la aspiración legítima de un partido a acceder al gobierno y ejercer el liderazgo político. Todo partido político con aspiraciones reales de cambio debe asumir su vocación de poder con determinación estratégica.

Pero esta no debe ser una cuestión meramente electoral ni una simple lucha por el control del Estado: es la construcción de un proyecto que dispute la hegemonía en el sentido gramsciano, articulando bloques sociales y reconfigurando el horizonte de lo posible.

La vocación de poder de un partido político involucra los siguientes elementos:

Ideología y programa: Todo partido político se define por su ideología, un conjunto de ideas y valores que orientan su acción política. Esta ideología se traduce en un programa de gobierno que propone soluciones a los problemas del país.

Organización: Un partido político necesita una estructura organizativa sólida para movilizar a sus militantes y simpatizantes. Esta organización incluye órganos de dirección, equipos de trabajo y una red de activistas en todo el territorio.

Liderazgo: Se requieren líderes carismáticos y capaces que inspiren confianza y representen los valores del partido. Estos líderes deben ser capaces de comunicar el programa del partido y movilizar a la opinión pública.

Estrategia: Se debe definir una estrategia para alcanzar el poder. Esta estrategia debe incluir la participación en elecciones, la formación de alianzas con partidos afines y la movilización de la sociedad civil.

La vocación de poder implica comprender que el Estado es un campo en disputa, donde las correlaciones de fuerza determinan la viabilidad de una agenda política.

Ahora, un partido con una visión progresista debe trascender la lógica de la resistencia y avanzar hacia la gobernanza efectiva, consolidando su capacidad de incidencia en las instituciones sin perder su anclaje en las luchas populares. En ese sentido, el partido no es solo un vehículo electoral sino un articulador de sujetos políticos, un formador de cuadros y un generador de nuevas estructuras de sentido que cuestionen el orden establecido.

La historia demuestra que la transformación social no ocurre solo desde las trincheras del activismo o la oposición testimonial. La verdadera disputa se da en el ejercicio del poder, en la capacidad de traducir principios en políticas públicas, en la construcción de mayorías que sostengan las reformas estructurales y en la institucionalización de nuevas lógicas de gestión y representación.

Desde esa perspectiva, que los partidos políticos progresistas busquen asumir la vocación de poder, para lo cual abren sus puertas a eventuales alianzas, no es sinónimo de pragmatismo desideologizado. Al contrario; es entender que el cambio no se decreta sino que se construye con base en la acumulación de fuerzas, la ampliación de la base social y la disputa por el sentido común. Es combinar la movilización con la gestión pública transformadora, el liderazgo con la pedagogía política, la audacia con la planificación estratégica.

Una característica distintiva de todo partido progresista es su capacidad para organizar y movilizar a amplios sectores de la sociedad. Esta vocación de poder se expresa en la construcción de una base social amplia, que incluya sindicatos, organizaciones comunitarias, movimientos estudiantiles y colectivos ambientalistas.

La estrategia de movilización no solo busca apoyo electoral, sino que también aspira a crear un movimiento social que empuje las transformaciones estructurales necesarias para la implementación del proyecto político.

La vocación de poder de un partido progresista también se refleja en su capacidad de renovación interna y de promover liderazgos jóvenes y diversos. Esta estrategia no solo permite una actualización constante de sus propuestas y discursos, sino que también proyecta una imagen de dinamismo y apertura.

El sectarismo dentro de los partidos progresistas fragmenta la unidad y excluye voces diversas, lo que debilita tanto su percepción pública como su efectividad electoral.

Esa división interna socava la capacidad de la colectividad para lograr sus objetivos comunes y afecta negativamente su vocación de poder, al impedirles presentar un frente unido y ganar el apoyo necesario para implementar políticas progresistas.

Los partidos progresistas en Latinoamérica (‘Morena’ en México, ‘Liberales’ en Chile, ‘PT’ en Brasil, entre otros) han demostrado una notable habilidad para adaptarse a las cambiantes dinámicas electorales y utilizar las herramientas de comunicación modernas. Su vocación de poder se evidencia en campañas electorales innovadoras y efectivas, que aprovechan las redes sociales, el marketing digital y las tecnologías de la información para llegar a un electorado cada vez más informado y conectado. Además, estos partidos han sido efectivos en posicionar temas claves en la agenda pública, utilizando tácticas de framing storytelling para conectar emocionalmente con los electores.

Hoy, en el contexto de avances y reacciones conservadoras, el reto de cualquier proyecto emancipador es consolidar su vocación de poder sin sucumbir a la cooptación del sistema ni a la marginalidad política. Se trata de gobernar para transformar, de disputar el Estado sin perder la calle, de construir una democracia radicalmente distinta donde el poder deje de ser privilegio de unos pocos y se convierta en herramienta de cambio para las mayorías.

La vocación de poder de los partidos progresistas no es simplemente un deseo abstracto de gobernar, sino una combinación de visión estratégica, organización social, innovación en comunicación y liderazgo inclusivo. Estos elementos, en conjunto, demuestran una firme intención de transformar los territorios desde una perspectiva crítica y renovadora, desafiando las estructuras de poder tradicionales y proponiendo un modelo de desarrollo que obedezca a la solución de problemáticas sociales, económicas y, por qué no, políticas.

Abogada, magíster en Derecho Administrativo; directora regional para Bolívar del Departamento Administrativo de Prosperidad Social, y designada del presidente de la República ante el Consejo Superior de la Universidad de Cartagena.

Publicado originalmente en Revista Metro de Colombia: https://revistametro.co/2025/02/la-vocacion-de-poder-en-los-partidos-politicos-progresistas/

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